Arzobispo: su proyecto diocesano versus cotos de poder

Acaba de cumplir 6 meses de que fue trasladado de Tlaxcala a Tijuana. Su estrategia ha sido irse con paso lento y su objetivo es la restauración del clero, tan olvidado por los obispos anteriores. Ha sido criticado por algunos por no tomar mano férrea algunas situaciones que se viven, pero ha sido alabado por otros porque es mesurado y observador.

A Francisco Moreno Barron, segundo Arzobispo de Tijuana le bastaron dos meses para conocer el teje y maneje de Tijuana, una iglesia particular muy compleja, y dos meses más para realizar una estrategia que incluya a las jaurías clericales, integradas por diversos cotos de poder, en su mayoría lideradas por líderes negativos, cobijadas por algunos monseñores que se creen obispos.

Moreno Barron conoce la realidad ya, sabe del encubrimiento de su antecesor y sabe que tiene que emprender acciones para el bien de la Iglesia, a fin de cuentas a eso fue enviado. Aún sin llegar a su nuevo destino ya conocía la realidad, pero no es lo mismo en papel que palparla en persona.

A seis meses de su llegada ya conoció a cada uno de sus sacerdotes, cada una de sus parroquias, dialogo, planeo y programo, ahora sigue un retiro y luego los nombramientos.

Se espera que para el inicio de cuaresma la nomenclatura de cargos en los puestos bases de la arquidiócesis sean renovados, desde el vicario general hasta los vicarios episcopales.  Los que esperarían a terminar el ciclo serían los del Seminario, aunque fuentes cercanas afirman que podría esperar más.

Existen dos detalles que al Arzobispo le interesa resolver, la  acusación del ex rector, la cual tiene algo de cierta y la situación canónica de los Curas acusados de pederastia protegidos por el ex arzobispo, incluyendo el caso Ackerman, situación que no se ha aclarado.

Las otras problemáticas que no pasan desapercibidas son la cantidad de  sacerdotes homosexuales y los sacerdotes con concubinas, una realidad latente en Tijuana. Además debe deshacerse, si quiere empezar con el pie derecho de tres personajes incomodos para su gestión: el ecónomo del Seminario, el Vicario General y el Canciller. Al menos ya fue advertido.

El Obispo hasta ahora se ha movido con astucia,  con capacidad de liderazgo y ha sido analítico. Pero si el Arzobispo no se pone las pilas y se cuida de los buitres que lo rodean, su proyecto de unidad fracasará.