Se
llama Jesús Cárdenas Núñez. Sus informes del Seminario lo
describen como amable, educado, amiguero, líder y en cierta manera
manipulador. Ciertamente Cárdenas como se le conoce en el
Presbiterio le gustaba y le sigue gustando manipular las situaciones que
se le presentan. Ahora como ecónomo del corazón de
la Diócesis es para muchos el poder detrás del trono ante
un Rector que no tiene orden ni autoridad en el seminario, incluso ni en su propia vida.
Después
de ordenado en 2007 fue asignado a la Parroquia de Guadalupe
Reina de México con el famosísimo Enrique Zamora, aquel intimo amigo de
Monseñor Cisneros. Durante ese período trabajo con jóvenes y con
los distintos grupos que el problemático sacerdote
le permitía trabajar.
Después
fue asignado al Seminario como ecónomo. Su historial de este Sacerdote es un
poco raro, y de esta situación dan fe los que fueron sus compañeros en el
Seminario.
Sus
relacionas nada viriles con algunos compañeros en el Seminario dio pie a que
las murmuraciones entre los mismos seminaristas en su tiempo de formación
dieran mucho de que hablar, ya que también con sus amistades era
celoso y protector. Tal es el caso de la profunda amistad que mantuvo con
su compañero Carlos Barco, hoy Sacerdote de la diócesis de
Ensenada y quien estudiaba en su mismo grupo.
Hoy
en día sus ambiciones personales le han colocado en una posición estratégica
dentro del Seminario. Sabiendo que dicha institución carece de alguien pensante
Cárdenas ha tomado la estafeta para su beneficio. Su rara amistad con el
seminarista de teología Jonathan Arturo Valadez Castillo ha causado
ciertas sospechas entre alumnos y Sacerdotes, llegando a pensar cosas no
propias de su ministerio.
El
Seminario de Tijuana pasa por uno de sus peores momentos en toda la historia
que tiene de fundado y ante estos Sacerdotes al frente de la institución mas
importante de una diócesis lo único que hacen
es contribuir al debacle moral y espiritual del corazón de la diócesis,
una diócesis que tiene mucho por delante pero que vive sumida en la mediocridad
y en la lucha de los grupos de poder por imponer sus intereses antes de
anunciar el Evangelio. Intereses que encubren una larga lista de fechorías y
pecados de los mismos protagonistas.